domingo, 11 de diciembre de 2011

Arenas movedizas

Es cuando me deslizo por la pendiente de los sentimientos cuando me encuentro perdida, arañada, magullada. Siendo yo la causa de todo ello, me repliego en mi misma para encontrarme, pero vagando por un bosque empañado de niebla y sinsentidos, camino tambaleante hacia las más movedizas de las arenas. Y me rindo, me dejo caer y engullir, para descansar una vez más en lo inevitable. Me aferro a la nitidez de lo borroso, y trato de verlo con claridad. Pero el polvo me ciega y me recuerda que nada debo ver.

 

En otro sitio, no muy lejos de ese bosque, alguien bebe cerveza a la luz de un flexo tenue y anaranjado. La música le acuna, pero él ya nada oye. Sólo bebe y se recrea en su decadencia, tiñéndola con un toque de vida a través de un teléfono. No es equilibrio lo que busca, aunque ninguna otra cosa podría salvarle de sí mismo. Lo cierto es que trata de apasionarse una vez más, pero ante la ausencia de la respuesta adecuada, se da por vencido y cae rendido sobre la alfombra, mientras su último cigarrillo se consume entre sus dedos, constituyendo la metáfora perfecta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario